Repudiemos los crímenes de Putin y exijamos
la salida de las tropas Rusas
de Chechenia.
La toma de más de 700 rehenes por un comando
checheno en un teatro de Moscú
y la sangrienta respuesta del gobierno de Vladimir
Putin, que causó
alrededor de 200 muertos, han dejado expuesta
la naturaleza criminal del gobierno ruso, y han sacado a la luz la realidad
que se pretendía ocultar: la sangrienta guerra que las tropas rusas
hace ocho años adelantan contra Chechenia.
Desde el año 1994 los gobiernos de Boris
Yeltsin primero y el de Vladimir
Putin después han desatado una feroz guerra
de exterminio contra la pequeña
república de Chechenia (13.000 kms2) situada
en la parte central del Cáucaso Norte.
El crimen de esta pequeña república
fue declarar su independencia, como parte las grandes luchas obreras y
de las nacionalidades, que llevaron a la disolución de la Unión
Soviética en 1991.
Hace ocho años, Yeltsin prometió
que sus tropas pacificarían a la república
rebelde en quince días, pero la resistencia
de la población chechena y el repudio a la guerra por parte del
pueblo ruso, hicieron que el conflicto se convirtiera en una pesadilla
para el Kremlin. La aventura militar terminó con una vergonzosa
derrota y el retiro de las tropas rusas en 1996, a cambio de la promesa
de discutir la soberanía de la república rebelde en un plazo
de cinco años.
Chechenia conquistó en los hechos la independencia,
pero el gobierno ruso no estaba dispuesto a reconocerla, pues esto significaría
el comienzo de la disgregación de la Federación Rusa, donde
conviven múltiples nacionalidades y etnias, y porque Chechenia es
territorio de paso del oleoducto que lleva el petróleo del Mar Caspio
hacia el Mar Negro y el Mediterráneo.
Fue así como en 1999 se inició
nuevamente la guerra contra la pequeña república, pero a
diferencia de 1996, cuando la mayoría de la población rusa
estaba en contra de la aventura militar, esta vez Putin, que en ese momento
era Primer Ministro, contó con el respaldo masivo de la opinión
pública.
Los atentados terroristas cometidos por comandos
chechenos en Moscú en 1999, cuando volaron dos edificios con todos
sus habitantes dormidos causando cerca de 500 víctimas, volcaron
a la población rusa en contra de la causa chechena.
Las tropas del Kremlin retomaron Grosny, la capital
de Chechenia, apoyándose también en el cansancio y el descrédito
de los comandantes chechenos dentro de la población de la república,
e instauraron un régimen títere liderado por el mufti de
Chechenia, Ahmad Qadirov, que solo existe gracias a la ocupación
militar del territorio de la pequeña república.
Putin, el hombre de la mano dura, fue elegido
mayoritariamente presidente de Rusia, bajo la promesa de traer al país
la seguridad perdida. Putin impuso una férrea censura, cerrando
canales de televisión, poniendo la mano sobre los diarios independientes,
e impidiendo la entrada de los periodistas a la república rebelde.
Los generales rusos se olvidaron de las causas
de la derrota de 1996,
pensando que podían, nuevamente, derrotar
la resistencia chechena con una
gran concentración militar. Fue así
como de 35000 soldados enviados en 1994
se pasó a 90.000 en 1999, es decir, el
equivalente al cuerpo expedicionario
soviético en Afganistán.
La guerra se convirtió en una campaña
militar brutal de asesinatos, violaciones, saqueos y brutalidades por parte
de las tropas rusas. Según Human Rights Watch, 430.000 personas
han sido desplazadas. De un millón cien mil habitantes en 1994,
la población de Chechenia se redujo a 400.000 habitantes. Los muertos
chechenos en los últimos tres años son más de 20.000.
La conclusión es que la población
chechena, que hace tres años estaba dispuesta a conformarse con
alguna autonomía y abandonar su lucha por la independencia a cambio
de restablecer el orden, se ha vuelto a unificar contra el ocupante.
El resultado es que, hasta la fecha, han muerto
4500 soldados rusos, aunque según un informe del gobierno alemán,
la cifra es de diez mil soldados muertos. La conclusión de los alemanes
es que la simpatía de la población local hacia los dos mil
rebeldes armados, les ha permitido superar a un ejército más
de 40 veces su tamaño.
Al mismo tiempo, en Rusia, la simpatía
hacia la guerra ya venía bajando, de un 70% en Febrero del 2000
a un 34% en septiembre de este año, mientras que el apoyo a una
salida pacífica subió de 22 a 57 % en el mismo periodo.
La conclusión, luego de tres años
de combates, es que el ejército ruso se encuentra empantanado, que
a pesar del masivo despliegue, no ha logrado eliminar la resistencia de
los combatientes replegados en las montañas, que enfrentan a un
ejército de soldados con baja moral y malos sueldos.
Esta desesperante situación fue la que
llevó a un comando de 50 chechenos a tomar más de 700 rehenes
en la capital rusa, exigiendo la retirada de las tropas rusas de Chechenia.
Compartiendo y apoyando la exigencia del retiro
de las tropas rusas de Chechenia, señalamos categóricamente
que no compartimos los métodos aislados utilizados por los combatientes
chechenos, ya que su única consecuencia fue permitir al régimen
ruso desatar una cruenta represión que costó la vida a cerca
de 200 personas.
El asalto de las fuerzas de seguridad rusa al
teatro Dubrovky, utilizando un gas que aún no ha sido identificado,
causó la muerte de 117 rehenes y de los cincuenta rebeldes chechenos.
Contra un solo rehén muerto por los chechenos, el gobierno ruso
cometió una masacre, demostrando su total desprecio por la vida
humana.
Para el gobierno de Putin el único objetivo
era salvar su autoridad y el imperio del Estado ruso, aún a costa
de la muerte de tantos civiles inocentes. Es que, durante los dos días
que se mantuvo la ocupación del teatro, empezaron a producirse manifestaciones
en las calles de Moscú exigiendo una negociación con los
rebeldes y apoyando la salida de las tropas rusas del Cáucaso y
muchos diarios, periodistas e intelectuales empezaban a pronunciarse en
el mismo sentido.
Antes de que la autoridad se le resbalara de
las manos, Putin prefirió una masacre. Una encuesta realizada a
pocas horas de iniciada la toma de rehenes,
mostró que el 53% responsabilizaba a Putin,
contra el 16% que responsabilizaba a
los chechenios; eso aceleró la decisión
del gobierno.
El teatro se convirtió en un laboratorio
para probar una nueva arma de destrucción masiva, como son los gases
tóxicos que provocan muerte por asfixia.Ư Su objetivo no era salvar
los rehenes, sino aniquilar a los combatientes a cualquier precio.
La masacre fue aplaudida por elƯ embajador norteamericano
en Rusia: "Felicitamos a las autoridades Rusas por su éxito"; por
el sionista Sharon, que ha declarado: " Se trata de unƯ ejemplo que todos
los países civilizados deben seguir"; y el beneplácito del
gobierno francés. Es la respuesta del frente contrarrevolucionario
a la lucha de los pueblos que buscan su independencia de la bota imperialista.
En las horas posteriores a la masacre, el gobierno
impuso una total censura de prensa, prohibió hablar a los médicos
de las clínicas, y hasta les impidió a los embajadores de
los extranjeros heridos el acceso a las mismas. Además inició
una caza de brujas en todo el territorio ruso y prometió una nueva
ofensiva militar en Chechenia.
Por ahora, la mayoría de la población
aprueba la acción de Putin. Pero a pesar de la censura impuesta,
ya se empiezan a conocer las críticas. Hasta el Embajador de los
Estados Unidos tuvo que reconocer que se les fue la mano.
Si bienƯ el gobierno ruso ha salido victorioso,
su autoridad se ha visto dañada por lo sucedido. En primer lugar,
porque se ha demostrado que la guerra de Chechenia continúa, y que
es un camino sin salida para las tropas rusas, que no logran imponer su
autoridad frente a la creciente resistencia chechena. En segundo lugar,
porque Putin fracasó en su promesa de garantizar la seguridad al
pueblo ruso, y en tercer lugar, por el total desprecio a la vida humana
que ha quedado en claro después de esta masacre.
La Unidad Internacional de los Trabajadores (Cuarta
Internacional) denuncia los crímenes cometidos por Putin y aplaudidos
por el imperialismo y aunque no comparte los métodos de la dirección
separatista, declara su solidaridad con el pueblo chechenio y hace suya
la lucha por su independencia y autodeterminación.
Fuera las tropas Rusas de Chechenia
Por el reconocimiento de Chechenia sin condiciones
Repudiamos los crímenes contra la humanidad
cometidos por Putin
* Secretariado Internacional de la Unidad Internacional
de los Trabajadores.
* Unión de la Clase Trabajadora UCLAT-México