Unidad de los oprimidos contra la guerra imperialista.

Para nadie debe pasar desapercibido que la actual ofensiva militar del Estado norteamericano, primero contra Afganistán y ahora contra Irak estánÝ motivadasÝ por una catastrófica crisis económica mundial que ha provocado la disminución de la tasa de ganancia de los capitalistas,Ý mayor miseria y opresión para los pueblos y en consecuencia su rebelión. Ante la caída de las ganancias, la lucha por los mercados es la causa de las acciones de los Estados imperialistas que, a la vez, avanzarán en su objetivo de sofocar las rebeliones populares y adquirir el control no solo económico sino también político de regiones más vastas del globo.

La guerra pone en evidencia la ruptura del equilibrio de las relaciones entre los Estados. Antes esta guerra por los mercados parecía resolverse ìdiplomáticamenteî, pero las contradicciones estallan ahora en mil pedazos; los capitalistas se devoran unos a otros y los gobiernos de las potencias económicas y militares embisten contra economías menores aplastando a los pueblos en lucha. En la coyuntura inmediata vemos como las potencias petroleras no pudieron por medios "diplomáticos" acordar una reducción sistemática a la producción del petróleo para desahogar el saturado mercado mundial y elevar sus ganancias; ahora EU empezará a someter a sus oponentes por medios bélicos. Los gobiernos de los países imperialistas defiendenÝ los intereses de su burguesía petrolera y mediante la imposición de barreras arancelarias buscan frenarÝ la importación de petróleo barato proveniente de otros países (como Irak) cobrando impuestos muy altos. La campaña bélica contra Irak deja en evidencia la guerra encarnizada por el control de la producción y los precios del petróleo, aÝ la vez que señala el oscuro futuro que espera a los pueblos de oriente medio. El significado que tiene esta guerra para los Estados imperialistas es el de una guerra comercial, (imperialista también) y no hay terroristas que puedan ocasionar tal caos mundial; este caos lo ha provocado el propio sistema capitalista. El significado de esta guerra para los pueblos es el de la destrucción de sus medios de vida y de lucha.

La ruptura más evidente de las relaciones entre los Estados es el desacuerdo entre EU y los países miembros de la ONU para avanzar en esta campaña militar. Ya antes Japón, Alemania y Rusia fueron aliados de EU para destrozar Afganistán. La realidad es que ante la catástrofe económica y las revueltas sociales que en distintos países ha provocado la crisis, la diferencia consiste en que Europa pretende primero llegar a un consenso entre las potencias imperialistas, pero la agobiada economía yanqui no puede esperar ningún consenso. Entre las dificultades del consenso está precisamente la encarnizada lucha de clases; las masas agitadas son una enorme presión para los gobiernos de cada país. En nuestro caso va quedando en evidenciaÝ que el gobierno mexicano ha sido sumiso a los intereses económicos y políticos del imperialismo norteamericano, aunqueÝ por el momento la posición de la Secretaria de Relaciones Exteriores ante la guerra sea la de buscar el consenso entre más países, indudablemente se disciplinará pues nuestro país depende financieraÝ y económicamente de EU, país a cuyo gobierno le pagamos una agobiante deuda externa con exorbitantes intereses. Además dado el desprestigio del que goza este gobierno ante el pueblo, se ve obligado a presentar su apoyo a la campaña bélica como el resultado de un debate reflexionado con otros gobiernos aunque el resultado sea el mismo. El foro de la APEC en Los Cabos buscará lograr este consenso (ìcontra el terrorismoî y por la guerra) entreÝ los países como el nuestro, EU y otras potencias europeas.

En la actual crisis económica, que inició en JapónÝ en 1989 y se ha ido extendiendo al mundo entero, los capitalistas han destruido ya economías nacionales completas, como en el caso de los extigres asiáticos, Argentina y Turquía, e incluso países completosÝ como Irak (1991), Yugoslavia o Chechenia (Rusia). Sin embargo la crisis globalÝ recién empiezaÝ y estas anteriores intentonas por paliarla no significaron un respiro al abarrotado mercado mundial, por el contrario la clase capitalista se prepara para emprender la destrucción masiva de fuerzas productivas y mercancías ìsobrantesî.

Las repercusiones de la recesión mundialÝ para la clase trabajadora mexicana en el 2001 arrojaron el saldoÝ de 600,000 despedidosÝ en los primeros 6 meses. Durante los primeros 8 meses del 2001 EU destruyóÝ un millón 123 mil 356 empleos, la producción industrialÝ no solo dejó de crecer, no solo se redujo, empezó la abierta destrucción de la industria, la guerra se volvió una realidad como salida para frenar la caída de las ganancias de los capitalistas industriales y financieros.

Así, con su ganancia afectada, retiran sus inversiones que son predominantemente especulativas, quebrando no solo a los bancos sino trasladando los ahorros de las clases medias y la clase trabajadora a las metrópolis imperialistas, afectando más el consumo, provocando un mayor estancamiento de productos en los almacenes y bodegas, agudizando la crisis de sobreproducción mundial de productos, trayendo como consecuencia el cierre de fábricas, los paros técnicos y los despidos masivos, la disminución de los ingresos del Estado que termina por quebrar. El Estado ìresuelveî aplicando medidas de mayor austeridad a la clase trabajadora y las clases medias para garantizar los pagos de deuda externa.

Para la administración del gobierno de Bush es de orden prioritario el rescate de los monopolios del petróleo y el acero, y la víaÝ más rápidaÝ de resolver la sobreproducción de acero y petróleo y reanimar la producción es mediante la producción de equipo militar, que el mismo Bush define como prioritaria. Así, mientrasÝ que por un ladoÝ se destruyeÝ maquinariaÝ y mano de obraÝ productiva mediante el paro industrial y el desempleo, por el otroÝ la salida imperialista se proyecta hacia la industria de la destrucción, la industria de guerra. Es claro como el ìequilibrio económicoî también se ha roto.

La clase capitalista peleará con todos los recursos a su alcanceÝ para conservar el poder económico y político sobre la clase trabajadora, bajo su dirección la humanidad se sumergiráÝ en nuevas guerras imperialistas deÝ destrucción masiva. La clase proletaria pelea en todo el mundo; las revueltas y rebeliones que se extienden por América Latina, la huelga general en Italia y España demuestran los ánimos de lucha de las masas, que, desunidas como clase mundial se enfrentanÝ a la encrucijada históricaÝ que le plantea el capitalismo, sucumbir bajo la actual crisis económicaÝ o unir y organizar sus fuerzas en una misma dirección: tomar en sus manos el control económicoÝ y político de la sociedad. De otra formaÝ la dinámica capitalista continuará hasta sumergir en la barbarie a la humanidad, cuya gran mayoría hoy es azotada por la descomposición y la ruina.

Es necesario avanzar en nuestra organización para la lucha formando una Coordinadora Nacional de todas las luchas existentes en nuestro país; de los que nos movilizamos contra la guerra, de los obreros en huelga como Euzkadi y Fertinal, de los campesinos de Atenco, de los estudiantes y los jóvenes anticapitalistas, de los maestros y los trabajadores electricistas. Una coordinadora que articule tanto las reivindicaciones como las acciones de cada sector, así como construir comités donde no hay organización o es muy precaria. Tanto los comités como la Coordinadora Nacional nos deben permitir avanzar en la construcción de un Frente Nacional Clasista.

Para avanzar en este proyecto se requiere de una amplia agitación y propaganda de las reivindicaciones generales que nos articulen.

Podemos frenar el saqueo y la guerra imperialista en Irak si nos unimos en la lucha con todos los pueblos del mundo oponiéndonos a los planes de austeridad de los gobiernos y al pago de las deudas externas. Además, los obreros y trabajadores mexicanos debemos frenarÝ la venta de petróleo para la guerra y romper todos los pactos con el imperialismo.

La lucha contra la guerra es a la vez la lucha porque la crisis la paguen los capitalistas y no el pueblo. Tenemos que frenar el desempleo y el cierre de fábricas organizándonos para expropiar las empresas que cierren o despidan sin indemnizar a los dueños, para ponerlas
a producir bajo control de los trabajadores. Una forma de avanzar en estas necesidades es hacer campaña entre los obreros y trabajadores para imponer la escala móvil de horas de trabajo, o sea que el trabajo se reparta entre todas las manos útiles, reduciendo así la jornada laboral sin afectar los salarios.

De esta manera evitaremos que los trabajadores mexicanos se vayan a EU a engrosar las filas del ejército.

Tenemos que frenar el aumento de la carestía de la vida (por ejemplo de las tarifas eléctricas) y los bajos salarios, así como los impuestos al consumo para que podamos consumir las mercancías almacenadas que necesitamos y nos impiden comprar. Para que esto sea posible tenemos que hacer campaña entre todo el pueblo para imponer que a cada aumento de los productos aumenten en igual medida los salarios.

Debemos impedir que el gobierno siga recortando el presupuesto social y que avance en la privatización de la industria eléctrica y petrolera, la seguridad social y la educación. Que ni los capitalistas nacionales ni extranjeros controlen la industria. Que las empresas privatizadas se nacionalicen para ponerlas bajo control de los trabajadores.

La represión contra el pueblo que lucha sigue avanzando. Ni un peso más del presupuesto a los cuerpos represivos.

Como el Estado y la burguesía se oponen a resolver las necesidades sociales y se muestran incapaces para resolver estas reivindicaciones generales del pueblo. Debemos prepararnos para que los comités existentes y los que construyamos, la Coordinadora Nacional de Lucha y posteriormente el Frente Nacional Clasista impulsen desde ahora la discusión de cómo el pueblo organizado construimos un gobierno obrero y campesino que pueda satisfacer estas demandas.

BLOQUE SOCIALISTA
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26 de octubre de2002