EDITORIAL

Por la derrota de los imperialistas en la guerra

Los acontecimientos del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, influyen decisivamente en el acontecer mundial y nacional. Los ataques terroristas marcan un parteaguas en la lucha de clases, especialmente en lo que se refiere al papel de Estados Unidos como gran imperio opresor y explotador de la mayoría de pueblos y naciones.

Los atentados evidenciaron la fragilidad de la seguridad en el arrogante imperio y más grave para éste aún, la debilidad de las bolsas de valores del mundo, que cayeron casi con el mismo estrépito con que lo hicieron las torres de Nueva York. Ese día histórico quedó al descubierto lo fácil que se pueden desplomar las economías nacionales, subordinadas a la decadente globalización capitalista.

La otra cara de la moneda es que los actos multi mencionados no ayudaron en su diaria lucha a los trabajadores de Estados Unidos y de otros países. Al contrario, la mayoría de víctimas del terror fueron precisamente asalariados, cuyos deudos y compañeros claman por justicia, dándole así a los hombres de Washington un gran respaldo popular en las atrocidades que ya comienza a cometer, entre ellas el recortar algunas libertades democráticas y exacerbar el racismo.

Ante el horror de los atentados, provocados a su vez por el terrorismo consustancial al funcionamiento del imperio yanqui, que se ha concentrado en los años recientes en países y poblaciones de religión musulmana, EUA & Cía se disponen a responder con un acto aún más bárbaro: sus ejércitos se ponen en marcha para preparar una guerra contra un enemigo (Bin Laden) cuya responsabilidad todavía no ha sido comprobada, pero donde el pueblo afgano resultaría masacrado y su país devastado. Ante esta nueva atrocidad anunciada, los "jefes" del "mundo civilizado" se tropiezan por mostrarse obedientes a las decisiones del gobierno norteamericano. Todos han mostrado su indignación ante las salvajes acciones, pero ninguno mostró la misma consternación por los actos de crueldad extrema que el ejército sionista de Israel ha desatado en los últimos meses contra el pueblo palestino en Jenín, Jericó, Gaza y Ramallah. Este sólo es un ejemplo, entre muchos parecidos, como el de nuestros connacionales que por millones deben emigrar al país vecino, donde son vejados y tratados como seres de segunda, si no es que perecen en el intento de encontrar un empleo porque en su país no lo encontraron.

El Presidente Vicente Fox y su canciller "George" Castañeda encabezan las muestras de sumisión y servilismo ante "Jorge" W. Bush y decidieron que el pueblo mexicano pone todos sus recursos a disposición del terrorismo imperial para que pueda vengar la afrenta.

Tampoco es una solución la política del PRD, resumida en el lema "Contra el terrorismo y contra la guerra", porque el problema fundamental no es el método equivocado y repudiable que usaron los aerosuicidas, sino la existencia del mismo imperio, fuente mundial de explotación, injusticias, desigualdades y arbitrariedades. En los hechos, tanto el PRD como las corrientes oportunistas en el mundo, son parte de la alianza "anti terrorista" encabezada por Washington, aunque difieren con éste en el método para exterminar a los grupos violentos. Mientras EUA hará uso de la guerra, ellos llaman a que se ponga en práctica el "derecho internacional" y los tribunales de EU castiguen a los culpables.

¿Qué debemos hacer los trabajadores, los campesinos, los jóvenes? Es necesario organizar un gran comité nacional en contra de la guerra imperialista y, en el caso en que ésta estalle, que se movilice bajo la consigna de que los imperialistas deben ser derrotados, como en Vietnam. Esto significa que también deberá movilizarse contra la política sumisa y proyanqui del gobierno pan-foxista. Que esté atento a impedir que nuestros energéticos sirvan a los intereses belicistas del gobierno de Bush.

Y que despliegue una gran campaña de solidaridad con los pueblos palestino y afgano.