IV. El reaccionario integrismo islámico

Una vasta región del mundo, que va desde Asia hasta la misma Europa, pasando por el Medio Oriente y África, ha sido conmocionada en los años recientes por revoluciones de independencia nacional, a cuya cabeza estuvieron frecuentemente corrientes integristas islámicas de distinto tipo. Ellas han reemplazado al nacionalismo burgués y al estalinismo, es decir, a los antiguos partidos comunistas, que dominaron ese escenario político durante décadas.

Ya hemos explicado que el nacionalismo burgués cerró su ciclo como movimiento relativamente enfrentado a los imperialistas y ahora es cada vez más su socio o su agente (ver artículo en la página.....). Esa degeneración le ha llevado a perder su gran fuerza de masas, que ha menguado notoriamente, aunque sigue siendo una corriente política de consideración.

Por lo que se refiere al estalinismo, que construyó partidos "comunistas" con influencia entre las masas, cayó junto con el régimen totalitario que existía en la ex URSS. La ideología de que

que lo que había fracasado era el socialismo, impidió que corrientes verdaderamente marxistas revolucionarias pudieran echar pie en las grandes luchas que han sacudido a esta enorme parte del planeta.

Así fue como el integrismo islámico se convirtió en una enorme fuerza de masas, que incluso controla países y Estados. En su desarrollo contó con el apoyo de sectores de las burguesías y del mismo imperialismo norteamericano. "En el propio Pakistán, el islamismo obtuvo su fuerza del patrocinio estatal, más que del respaldo popular", dice Tariq Alí, escritor y ensayista de este país. "La ascendencia del fundamentalismo religioso es el legado de un dictador militar anterior, el general Zia-Ul-Haq, quien recibió sólido apoyo de Washington y Londres a lo largo de sus once años de dictadura. Y fue durante su gobierno (1977-1989) cuando se creó una red de madrasas (internados religiosos) financiada por el régimen saudí."

La monarquía saudí, tan afecta a Estados Unidos, ha sido una gran impulsora de una de las corrientes integristas, entre ellas la Talibán, en el poder hasta hoy en Afganistán. "El credo talibán es una rama ultrasectaria, inspirada por la secta wahabí que gobierna Arabia." Las madrasas que los saudís financiaron en Pakistán "tenían un objetivo: la producción de fanáticos desarraigados en nombre de un sombrío cosmopolitismo islámico. (...) Dos mil 500 madrasas produjeron una cosecha de 225 mil fanáticos dispuestos a matar y a morir por su fe cuando sus líderes religiosos se los pidiesen", dice el autor de El libro de Saladino. (La Jornada, 3.10.01, pág. 14).

La misma biografía de Osama Bin Laden -ex hijo pródigo de la burguesía saudí y agente de la CIA durante la guerra en la que el ejército soviético fue expulsado de Afganistán- dice ya mucho sobre los orígenes sociales y políticos de los integristas.

Por lo que se refiere a su programa, cuando están en el poder han instituido regímenes antidemocráticos y sectarios, basados en el Islam, convertida en religión de Estado. La misma situación de Afganistán bajo los Talibán nos revela su carácter opresor de las masas, de las mujeres, de los que no son musulmanes, de los que no son musulmanes talibán. Son retardatarios y oscurantistas, y reflejan a los capitalistas dueños de tierras, así como a los sectores del Estado que trafican en ese país con amapola y armas.

La enorme tensión en Asia central y en el Oriente cercano, agudizada al extremo por la inminente guerra en Afganistán, pondrá también a prueba a esta dirección de las masas, que los trabajadores, los campesinos y los jóvenes también habrán de hacer a un lado. Sobre sus cenizas necesitarán construir otra, verdaderamente antiimperialista; revolucionaria y no retardataria; laica, para que las creencias religiosas no separen ni enfrenten a las masas explotadas entre sí; internacionalista, es decir, basada también en la convicción de que lo que hermana a los trabajadores de todo el mundo es precisamente éso, ser trabajadores, y un enemigo común, los imperialistas.